Parte
de mi niñez la pasé en Masaya y el Malecón era mi lugar favorito para la
vagancia.
Me
había contado mi hermano Moisés, nacido y criado en Masaya, que en el fondo de
la laguna existía una serpiente gigantesca, que en el Cailagua había una cueva
volcánica que conducía al hogar de la sierpe y que allí los indios dejaban
ofrendas de doncellas para apaciguar a la bestia.
Un día
(1967) me escapé del Instituto con otros amigos, Chompelón y el Tapir, y nos
fuimos en bici al malecón por la calle del estadio para no ser vistos en la
calle transitada del Hospital. Dejamos las bicicletas en la acera y bajamos a
la laguna por un sendero escarpado y resbaladizo. Una vez abajo nos pusimos a
buscar alguna cueva que nos diera alguna pista sobre la bestia pero no
encontramos nada anormal, entonces nos dedicamos a lanzar piedras al agua para
ver quién llegaba más lejos. De repente vimos un par de botas de cuero volteado
y una ropa sobre una roca. Buscamos al bañista por todas partes y no lo
encontramos. ¿Se lo habrá engullido la serpiente? Nos asustamos y salimos
disparados cuesta arriba. Ya cerca de la balaustrada nos dimos cuenta que había
un nutrido grupo de gente observando hacia abajo, volvimos a ver hacia el fondo
y vimos flotando en el agua a un tipo en calzoncillo, boca abajo y soplado como
un batracio. ¡Corran! Les dije a los muchachos ¡cada uno a su casa! Una vez
arriba, la gente nos miraba con ojos acusadores. –Ya le avisamos a la policía,
chavalos hijueputas, nos dijo una vieja gorda con una batea de cajetas en la
cabeza. Las bicis rodaban como las del Tour de France por esa calle. Desde lo
lejos alcancé a escuchar la voz de la cajetera: ¡Hueeeteee, ya te reconocí,
ahora te chillo con tu familia, bandido!
Foto tomada por Ulises Huete Maltés con su camara Nikon en 1990 en el conocido bajadero del Malecón de la laguna de Masaya y cerca de donde queda la actual discoteca Coco Jamboo. Foto tomada aproximadamente a 60 mts bajo el nivel del malecón en pendiente casi vertical y aproximadamente a 30 mts del nivel del agua.
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