Tuesday, December 30, 2014

Un país grande en miniatura.





«Si pequeña es la patria, uno grande la sueña»

¿Por qué dijo esto Rubén Darío si todos sabemos que nuestra patria es grande? ¿Acaso será porque viajó por muchos países y se dio cuenta que son mejores que el nuestro? ¿Francia, Argentina, España…? Solamente hace falta cruzar la frontera para saber que en el mundo hay países mucho mejores que el nuestro, con grandes paisajes, con grandes pasajes en la Historia, con grandes e ilustres hombres que han cambiado el curso de la Historia y del pensamiento humano, con grandes monumentos milenarios, con grandes metrópolis antiguas y modernas…Todo es grande, enorme. Impresionante París, el Partenón, El Cañón del Colorado, El Himalaya, Chichén-Itzá, Los glaciares, La Muralla China, los masáis, la Roma imperial,  los diablos de Oruro, la sociedad sueca, la disciplina japonesa…

Cuando la patria es pequeña, uno la sueña grande. Sin embargo hay algo muy interesante en nuestro país y es que todo lo tiene micro. Nicaragua es un micro mundo, una Tierra en miniatura que lo tiene casi todo: Tiene una selva Amazonas en miniatura aguada por ciclones caribeños, tiene una cordillera de los Andes en miniatura al centro, con micro crestas pintorescas como Amerrisque, tiene un río Nilo desaguadero en miniatura llamado San Juan. Tiene un micro cañón del Colorado llamado Somoto, tiene una micro catarata del Niágara llamada Salto de la Estanzuela, tiene un lago Victoria en miniatura llamado Cocibolca (en peligro de contaminación por un proyecto de canal inter oceánico), tiene la mayor concentración de volcanes activos y extintos en un área pequeña, tiene una gran riqueza culinaria, tan variada que no corresponde con tan poco territorio, tiene más poetas que muchos países enormes juntos…en fin, tiene tanto de todo en miniatura que no hace falta cruzar la frontera. Lo único que no tiene son glaciares y desiertos, lo primero no hace falta y lo segundo está en vías de producirse en la región del Pacífico debido a la deforestación. En conclusión, Nicaragua es un país grande en miniatura.



Thursday, November 20, 2014

Las puertas del delirio

La paz siempre ha sido un estado inestable entre dos guerras, pudiera decirse que es una guerra dormida, con sobresaltos e insomnio.

The Gates of Delirium (Yes, UK 1974) es una composición épica de rock sinfónico de veintiún minutos y cincuenta y dos segundos que narra un alzamiento y sangrienta batalla en un planeta lejano de la galaxia. Tanto letra como música nos mueve en los diferentes estadios del ciclo bélico que, al final, resulta ser el estado natural del ser humano "de este planeta de aquí."

Los primeros ocho minutos nos transmite la sensación de inseguridad de una falsa paz, la incertidumbre del diario vivir bajo la constante amenaza de una espada de Dámocles.

A los ocho minutos estalla la guerra fratricida, el choque entre ambos ejércitos hace rechinar los metales a  altos decibelios. Nunca la música había sonado con tanta violencia, alcanzando altas cotas de paroxismo jamás logradas por ningún grupo metalero. El horror se desborda con sumo realismo a través de los audífonos o bien desde un estéreo de alta fidelidad y a buen volumen.

A los diez minutos con veinte segundos, los niveles de exaltación alcanzan -en crescendo- las puertas del delirio bajo el impulso frenético de todos los instrumentos (batería, guitarra, teclados y percusión metálica) conducidos por el ostinato del bajo de Squire, en el cual todo se mueve en cámara lenta, como si el tiempo se eternizara. Las luchas cuerpo a cuerpo avientan el  polvo, el sudor y la sangre por los aires, chocan escudos contra escudos, yelmos contra yelmos, espadas contra espadas. Cual lobos, los caídos aúllan con pánico infernal. Los guerreros siguen luchando sin tregua, evacúan sus intestinos y sus vejigas de pie, no hay tiempo para tomar alimentos ni líquidos, la batalla continúa toda la noche, uno de cada dos muerde el polvo, los dioses rugen azuzando a sus fichas de ajedrez.

A los doce minutos con cuarenta y dos segundos sobreviene el ataque aéreo, los poblados son bombardeados inmisericordemente, los niños lloran y tiemblan, las mujeres corren a abrazarlos mientras las metrallas cortan sus pasos. Los aviones escupieron el odio acumulado en la paz y el fuego es ahora dueño de la noche.

A los catorce minutos y cincuenta y un minutos la desolación es total, el humo empaña a la aurora, hay una sensación de paz, la paz verdadera es la muerte. El sol empieza a brillar en el campo santo mientras un rayo de esperanza incide en las pupilas de los sobrevivientes. La paz que precede a otra guerra empieza a germinar con el deseo de vivir. El ciclo de la humanidad continúa su inexorable rotación bélica en este planeta de esta galaxia.

Este comentario no tiene nada que ver con la letra original de la obra, es solo una interpretación mía basada en la audición de este magnífico tema del LP Relayer del grupo británico YES, editado en 1974.








Sunday, November 2, 2014

Escrito de Carlos Mejía Godoy

Ulises Huete, el muchacho de Bronce
Por Carlos Mejía Godoy
Cultura, el semanario del 19 al 26 de mayo de 1995

El joven me estaba esperando en la puerta de Leganitos 13, la antigua calle madrileña, a solo 300 metros de Plaza de España y a menos de dos cuadras de la Gran Vía. No creo que tuviese más de veinte años, en aquellos días embriagadores de nuestra Revolución.
-Soy Ulises Huete, dijo extendiendo su mano cálida. No hubo necesidad de decir que era nicaragüense. Tenía no solo el acento inconfundible del solar patrio, sino –sobre todo- el “modo de la gente de allá”.
Ni carta de recomendación, ni tarjeta de visita, ni curriculum vitae bajo el brazo. Pero traía algo esencial: la chispa de la nobleza humana titilando en los ojos pícaros, vivaces.
Íbamos subiendo, recuerdo clarito, en el ascensor del edificio, cuyo apartamento pagaba yo con el cheque trimestral de mis derechos de autor. Todo fue sentarse y ya estábamos hablando: de la familia, de Nicaragua, de la alfabetización, del movimiento cultural.
Sacó un cuaderno llenito de apuntes, versos y proyectos. Eran sueños deshilachados, en el código de la letra cumiche. De lo que estoy seguro es que en esa primera plática, -no sé si por timidez o suspicacia- no habló de su afición por el canto. Tampoco mencionó el acordeón usado, marca “Pallestrina”. Mi memoria no registra ese recuerdo. Mucho menos que se atreviera a hablar de su oficio de trotacalles por bares y plazoletas cantando mis canciones.
De lo que estoy seguro es que después de consumir un “yo pantalón corto, con sentimiento” al mejor estilo de “Lencho Escaliche”, bajamos a la conserjería, nos instalamos algo más de una hora en un rincón de la Plaza Santo Domingo, sorbimos una caña, con aceitunas, mientras un chico recitaba blasfemias irrepetibles, porque el traganíqueles le había robado 50 pesetas.
Después, cuando ya empezaba a oscurecer, Ulises Huete tomó el Metro hacia su bonito pareado, síntesis de su corazón chontaleño.
“Soy poeta creado en el recio crisol de Darío / Soy rebelde forjado en el bronce tenaz de Sandino.”
Me gustó lo del “recio crisol”. Pero más me gustó su “Bronce tenaz”. Porque el recio crisol abunda en la orfebrería. Pero el bronce tenaz es la materia prima de la CAMPANA, capaz de convocar a la lucha, al amor, a la solidaridad.
LA WISQUERIA DE JUANJO
Juan José Pinto es un andaluz de El puerto de Santa María. Dice que es vecino de Alberti, el poeta mayor del sur, autor de “La Arboleda perdida”. Pero quien de veras LE FLIPA es el cura de Solentiname, Ernesto Cardenal. Tiene en las paredes poemas enteros del entonces Ministro de Cultura. Epigramas, Salmos, y hasta un fragmento de la “Carta a Monseñor Casaldáliga”, el obispo rebelde de Brasil.
Juanjo es muy amigo de las muchachas que laboran en la Embajada de Nicaragua. –Vienen mucho por acá. Sobre todo Leyla, la morenita simpática que me ha presentado a todos los sandinistas.
Yo pido un biterkas. Pero Juanjo es radical en asuntos de copas: De biterkas ni puto caso. Tú te tomas un <<Rojinegro>> que nos hemos inventado aquí, con Ron Cubano y unas copas de Flor de Caña que tenía Somoza en su búnker. ¡Venga, tío! Y allí está servido el trago solidario. Y mientras el andaluz apura el suyo a manera de brindis, agrega: -¡Por Sandino, hoy y siempre!
De veras me siento más en Nicaragua en este pequeño rincón de Madrid, que en la propia Misión Diplomática Oficial. En un recuerdo, hecho a manos con rotuladores de colores, puedo leer: Ven a nuestro concierto por Nicaragua / Ulises Huete y Nicoya ¡Patria libre o morir!
-Aquí te vas a quedar sentado, sorbiendo tu “Rojinegro”. Y ahora vas a ver por vez primera cómo eras vos cuando cantabas en los barrios de Managua en los años setenta, me dijo Leyla, poniendo las reglas del juego. Música testimonial en aquel ambiente abigarrado: humo, cervezas y consignas revolucionarias. De pronto aparece en el tablado, un joven de larga melena, cotona de manta cruda y un acordeón terciado [una guitarra al revés]. Empieza a desgranar la mazorca: “Clodomiro el Ñajo”, “Son tus perjúmenes mujer”, “Flor de Pino”, “La tumba del Guerrillero”…
¿Que es igualito a mí? ¿Qué parece el hermano menor de los Mejía Godoy? Todo eso me pareció exagerado. Pero sí me sorprendió el inmenso carisma de este muchacho Huete, que, sin lugar a dudas, es un comunicador nato: Y de veras me siento honrado al verlo, entregándose con tanta vehemencia al oficio de cantor popular. Es más, no veo por qué tenga que imitar a nadie, El vale por sí mismo.
Ipegüe: Perdí de vista a aquel estudiante que conocí en la España de los ochenta. Hoy, trece años más tarde, su padre, el Dr. Ulises Huete me hace llegar sus poemas y un CD que acaba de publicar en Miami. El título no puede ser más elocuente: Bronce.
Lo he leído con verdadera fruición. Una obra de excelente calidad artística y humana. Bronce: campana clara. Como aquella de Leganitos 13, capaz de convocar a la lucha, al amor y a la solidaridad.


Carlos Mejia Godoy



Saturday, November 1, 2014

¿Pinoleros o Gallopinteros?

Solamente me voy a referir a tres platos nicaragüenses representativos de nuestra cultura culinaria: El Gallo Pinto, el Nacatamal y el Bajo.

El Gallo Pinto es un plato compuesto de arroz y frijoles rojos mezclados, así de simple. Posiblemente su origen sea el de un recalentado de sobras de arroz y frijoles del día anterior para ser servido en el desayuno. El arroz es un cereal de origen asiático, introducido en España por los árabes y traído a América por los españoles. Este se ha convertido en alimento básico en Centroamérica y el Caribe, no siendo así en algunos países del norte y del sur como Argentina, Uruguay, USA y Canadá. Por otro lado, el frijol que existe en cientos de variedades y tiene diferentes nombres según el país (alubias, habas, habichuelas, porotos, judías, fabas, fabes, pochas, balas, caraotas, fríjoles, frijoles, etc.) es oriundo de América, sin embargo se conocen variedades del grano en la antigüedad, en Europa y en Asia, lo cual nos indica que ya existía a ambos lados del Atlántico. Los árabes los conocían como al-lubiya, yehudi por los hebreos y iudaeus por los romanos. El frijol centroamericano o rojo como lo conocemos en Nicaragua es el que se usa para elaborar el gallo pinto; este frijol, pequeño e intensamente rojo, básicamente se cuece con ajo y sal y a partir de allí se elaboran varios platillos y sopas a base de frijol. Como dije anteriormente, el gallo pinto era el producto de revolver los frijoles fritos con el arroz frito del día anterior pero actualmente se elabora con arroz y frijoles frescos del día debido a que se ha convertido en un acompañante que no falta en el desayuno, el almuerzo y la cena. Forma de preparar el gallo pinto: Se fríen los frijoles cocidos en aceite con cebolla, luego se le agrega el arroz previamente frito y se revuelven hasta que se homogenice la mezcla y coja la textura aceitosa, se apaga el fuego, se rocía con un poquito de vinagre para que suelte el olor a "gallopinto" y se deja tapado. Muchos lo prefieren sobrerecalentado y tostado por varios días hasta que quede crujiente. En Centroamérica se le conoce con diferentes nombres, en Cuba como Moros y Cristianos o Congrí si está hecho con frijoles negros.

El Nacatamal es un plato muy nicaragüense que, posiblemente, su origen se remonte a tiempos prehispánicos. Su nombre viene del náhuatl naca (carne) y támatl (empanada hervida). Es probable que en un comienzo su elaboración fuera a base de maíz con achiote, tomate, pimiento (chiltoma) y otros productos de la región más la carne de venado, pavo, tapir, iguana o cualquier otro animal silvestre. Seguramente en tiempos de la colonia se fueron agregando los ingredientes del viejo mundo a los cuales estamos acostumbrados en los nacatamales  de la actualidad: carne de cerdo, arroz, papa (traída del Perú por los españoles), cebolla, aceituna, alcaparra, yerba buena y ocasionalmente pasas y ciruela pasa. El tamal es un producto aborigen de Méjico muy popular en Mesoamérica y extendido a otros países ajenos a la cultura nahua como Cuba, Puerto Rico, Venezuela, etc. y que han hecho sus propias versiones. En Nicaragua, región influenciada antiguamente por los nahuas, hay una gran variedad de ellos siendo el nacatamal el más elaborado y complejo en su preparación, y el único que conserva su nombre compuesto en náhuatl.


El Bajo o Vaho es otro plato nicaragüense de origen indígena. Originalmente se cocinaba en un agujero practicado en la tierra con paredes de piedra y parrilla de ramas sobre brasas. Se envolvían las carnes condimentadas y la verdura de la región en hojas y se cocinaban, no al vapor como se piensa, sino al horno, es decir, con calor seco. Basado en este hecho prefiero pensar que el nombre más adecuado era  el de BAJO por cocinarse bajo tierra y no VAHO como hoy en día se cocina, en olla al vapor. Es interesante saber que esta manera de cocinar un Bajo nica existe en diferentes puntos del planeta, independientemente de que unas culturas se hayan copiado o no de otras; parece ser que es una forma natural de idear la cocción de los alimentos con piedras calentadas en agujeros tapados en la tierra y que los hombres de la prehistoria debieron intuir. Existen lugares en Perú (bajo de pescado con verduras), Marruecos ((bajo de cordero) y Méjico, por ejemplo, donde preparan alimentos en agujeros hornos practicados en el suelo y tapados con hojas y que se pueden encontrar vídeos de ellos en YouTube. Es difícil saber qué ingredientes usaban nuestros nativos en Nicaragua para la elaboración de un “bajo” si antes de la conquista no había vacas, ni plátanos. Se me ocurre pensar que echarían mano de las mismas carnes de caza del nacatamal. No estoy seguro si la yuca del Caribe se conocía en Nicaragua y esa es una de las verduras claves del Bajo o Vaho, como prefieran llamarlo.

De estos tres de cientos de otros platos no menos típicos y suculentos de Nicaragua, el Gallopinto debería de ser el número uno pues se consume al menos una vez al día todo el año. Deberían de llamarnos gallopinteros en vez de pinoleros.



Gallopinto
Nacatamal
Bajo o Vaho

Tuesday, October 28, 2014

La mujer abandonada

Por motivos que desconozco y que no me incumben, Isabela se peleó con el marido hace unos cuatro meses. Cheíto envalijó su ropa y algunos cachivaches y se marchó de casa esa misma tarde. La pobre Isabela, con sus cuatro hijos pequeños hubo de hacer malabarismos para que la comida diera para todos. Una mañana, Leo el boricua, vecino de ella y con fama de santero, la visitó compadecido por la situación de la afligida mujer. –Comadre, le dijo, no sufra por puro gusto, yo la puedo ayudá pa’ que su señor esposo regrese. Yo le voy a hacé una limpieza pero la tiene que hacé al pie de la letra. –Cómo e eso Don Leo, le preguntó ella intrigada. -Ah puej mañanana se lo digo, dijo Leo y se marchó

-Se tiene que comprar estas yerbas en el herbolario, le dijo a ella el día siguiente, acto seguido le entregó una pequeña lista en un papel de libreta rayada. Se da un baño con agua tibia de yerbas y después se sienta en una banqueta…y se tiene que masturbá.  Isabela se sonrojó y luego de una pausa le contestó al vecino –Pero cómo que me tengo que masturbá, qué dice usté por dio. –No se preocupe vecina que esto va a funcioná, la dijo Leo, ya verá cómo su marido regresa más enamorao que nunca. -¡Ah! Y también cómprese un tabacón y una vela con la imagen de la virgen del Cobre.


-Yo la voy a ayudá, no se preocupe, la dijo al tercer día. Despué del baño con las yerbas se me queda desnuda en la banqueta y se me masturba. -Pero hombre de dio, eso qué tiene que ve con mi marío, le increpó Isabela, ya contrariada, ¡diablo! Y despué usté qué va a hacéee. -No se preocupe, déjemelo a mí, dijo el brujo, cuando usté se siente en la banqueta a masturbarse, encienda el tabaco y se echa las bocanadas de humo por todo el cuerpo mientras sostiene la vela con la otra mano. Ella se quedó pensando y le preguntó: -Pero dígame una cosa Don Leo ¿Cómo voy a hacé yo pa’ masturbarme si con una mano tengo el tabaco y con la otra la vela? -¡Ah! Le contestó Leo, allí es donde entro yo a ayudarla.



Soylent Green


 En 1974, Felipe Curran y Álvaro Balladares fueron a ver la película Soylent Green en el cine González de León. Después de comprar los boletos Felipe entró a la sala oscura sin darse cuenta que Álvaro se había quedado rezagado; éste, Álvaro o mejor conocido como el Kununo, escondido detrás de la puerta medio abierta, se puso las manos alrededor de la boca y gritó a todo pulmón ¡buenas noches!... Todos los espectadores se voltearon hacia atrás y quedaron viendo con asombro y enojo a Felipito que también estaba sorprendido. Éste, Felipe conocido también como el Picudo, levantó los brazos, dio unos pasitos hacia atrás sacudiendo la melena con un ligero temblor de ira, gritó a los molestos espectadores ¡Qué es la verga! Las personas volvieron a acomodarse en sus sillas, susurrando y moviendo la cabeza en señal de desaprobación y continuaron viendo la película. Álvaro entró a la sala después de haberse revolcado de la risa en el piso. Cuando salgamos te turqueo, le dijo Felipe.

Al día siguiente, un renombrado médico de la ciudad que había estado en el cine esa noche, llamó por teléfono al papá de Felipe y le dijo: Doctor Curran ¡qué barbaridad! Anoche estaba su muchacho gritando vulgaridades en el cine, dígale que se comporte.  Además, por aquí pasa a diario en esa mini moto con el escape roto, perturbando la paz de mi clínica y alterando los nervios de mis pacientes.




Antiguo cine González de León, Nicaragua.




Monday, October 27, 2014

Un ansiado retiro

¡Jodido! Me dijo Felipe Curran, En ese León ya no se puede vivir, el calor es insoportable y hay una discoteca en cada esquina que no te deja dormir, no sé a dónde carajo me voy a retirar. ¿Y por qué no te retirás a Jinotega que es más tranquilo y fresco? le pregunté yo. ¡Nooooo!, me dijo, lo mío es pescar, nadar y 'surfear', papá, me voy a retirar a Poneloya. ¡Ve que de a verga! le digo yo ¿acaso te vas a retirar de 30 años? Con costo vas a conseguir a alguien que te empuje la silla de ruedas y te lleve a la costa para ver la puesta de sol. Nunca más volvió a tocar el tema del retiro.




Un sobreviviente llamado Hubble

A las 5am, hora de Greenwich, del día 12-21-2012 sucedió lo inevitable. La Tierra fue desintegrada por un meteorito gigante. Nadie sobrevivió. Para nosotros la vida continúa porque pensamos que estamos vivos pero no es así, somos fantasmas y vivimos en un planeta fantasma.
Hace un par de horas, el telescopio Hubble transmitió una foto tomada entre Venus y Marte con la imagen de un cinturón de escombros y polvo.



Tuesday, October 21, 2014

Piso 11

Un "September 11" lleno de terror.


El hotel Hilton se divisa desde la 836, a la izquierda según viniendo del ‘downtown’. A la derecha está el aeropuerto internacional de Miami, justo enfrente del hotel. Giré con el auto hacia la izquierda hasta topar con la Blue Lagoon Drive que me conduciría hasta la entrada del hotel. Saqué un ticket de la máquina de la entrada del estacionamiento y me metí en el primer espacio que encontré. Eché llave al auto y me quedé viendo el edificio por un momento. Era un edificio de 14 pisos, amarillo pastel con una fuente entre el área de valet y la entrada principal. A la derecha y dentro del lobby estaba ubicada la famosa discoteca ‘Club Mystique’ en la cual Bronce había tocado unos años atrás; esta vez yo no llegaba en calidad de músico. Pregunté en la recepción por el departamento de seguridad y me dijeron que fuera a la parte trasera del hotel. Me senté en una salita de ‘Human Resources’ a esperar al manager de seguridad el cual me mandó a citar para la entrevista esa mañana.

Hace unos meses que yo había renunciado al grupo por diferencias musicales. Aparte tenía una semana de haberme quedado sin trabajo. Aún no era ciudadano y solo contaba con la residencia, no era fácil encontrar trabajo ya desde entonces pero un amigo me recomendó en el Hilton. Me tocó sacar licencia de seguridad, afortunadamente sin portación de arma; yo, un pacifista y enemigo de la violencia, buscando trabajo de ‘security’. Por entonces yo estaba estudiando ‘Web Site Design’ por la fuerza pues Ena casi que me matriculó a los empujones, aunque luego le cogí el saborcillo a las computadoras con las cuales todavía no estaba familiarizado.
 
No esperé por mucho tiempo. Por una puerta apareció el manager de seguridad y yo me puse de pie. Era una rubia con cola de caballo de unos 30 años, guapa, vestida toda de negro a lo DEA, muy femenina pero con porte autoritario, me hizo tomar asiento en un pequeño despacho y me hizo la entrevista en inglés; yo respondí a como pude con mi inglés masticado. Me preguntó cómo reaccionaría yo ante determinadas situaciones de “stress” y con mi total inexperiencia en asuntos violentos fallé casi todas las respuestas. Pero me dio el trabajo, no sé por qué. Pedí el turno de la noche porque estudiaba de día. Me encajaron uniforme, chapa y radio y Felix Santos, un portorriqueño con acento nicaragüense, me dio entrenamiento básico de seguidad.

Un mes después, el 11 de septiembre de 2001, a las 2 de la madrugada, me enviaron a dejar por debajo de las puertas los “checkouts” o recibos de las habitaciones que serían desocupadas por la mañana. Tomé uno de los ascensores hasta el piso número 14 para empezar, obviamente, de arriba hacia abajo. Empecé a meter las hojas por debajo de las puertas indicadas, piso por piso y bajando en ascensor, no por las escaleras de emergencia. Cuando llego al piso #11 y salgo del ascensor veo a una persona, a mano derecha, caminando hacia el fondo del pasillo. Nada anormal, digo yo, un “guest” que va para su habitación. Yo iba detrás de él “tirando” recibos pero, como me entrenaron a observar detalles, me llamó la atención el individuo de inmediato: era un hombre alto, de raza blanca, calvo de la coronilla, de unos 40 años, delgado, vestido con polo azul oscuro, pantalón negro y zapatos de cuero negro. Caminaba a paso normal, sin prisa, con los brazos colgando relajados. No volvía a ver a los lados, ni de reojo, de manera que nunca pude ver su rostro. Lo más intrigante era que en el silencio nocturno del pasillo no se escuchaban ruidos de sus huesos, ni el crujir del cuero de los zapatos o del roce de estos con la alfombra, ni ruido de monedas o llaves. El sujeto me ignoraba por completo, ni siquiera se inmutaba con mi presencia detrás de él. Yo seguía detrás del tipo a una distancia prudencial, ya nervioso y ya con el radio listo para comunicarme con la base de seguridad. Lo que más me molestaba era la falta de ruido. El silencio total era exasperante. El individuo se acercaba cada vez más al final del pasillo en donde se encontraba una ventana –extrañamente con la cortina abierta- con vista directa al aeropuerto. Mis pasos se volvieron más lentos y temerosos, no quería verme envuelto en ningún percance de violencia. Era evidente que el individuo no tenía intenciones de entrar en ninguna habitación. Llegó, al fin, al final del pasillo y se detuvo delante de la ventana, siempre con los brazos colgados. Yo me puse el radio cerca de mi boca porque tenía miedo de hablarle al tipo, tenía miedo de preguntarle si necesitaba alguna ayuda o si estaba perdido etc. Algo me decía que la situación no era nada normal. De repente el hombre, sin volver la cara hacia mí, empezó a deslizarse suavemente hacia la izquierda – no sé cómo lo hizo-, abrió la puerta de las escaleras de emergencia, entró y cerró. Yo, inmediatamente, cometí la imprudencia de correr hacia la puerta y abrirla sin tener nada con qué defenderme. Busqué escaleras abajo (no hay escaleras hacia los pisos de arriba pues están al medio del pasillo no en los extremos como los que van del piso 11 hacia abajo) y no encontré al sospechoso por ningún lado. Llamé por la radio a la base de seguridad describiendo al sospechoso y pidiendo que observaran todas las cámaras. Cuando regresé a la base relaté lo ocurrido al supervisor y este se sonrió y me dijo que no me preocupara. De todas maneras preparé el informe y dibujé al sospechoso. Más tarde sentimos un fuerte olor a “incendio provocado por cables eléctricos”, le di la vuelta al edificio en un carrito de golf con resultados negativos. Algo me decía que algo no andaba bien. Miraba hacia el aeropuerto, había algo que me inquietaba ¿qué sería?

Amaneció y regresé a casa. Ena había dejado a Gaby en la guardería y se había ido a su trabajo. Yo no tenía sueño y me senté en el sofá a ver un poco de televisión. Puse un canal cualquiera y me quedé viendo las noticias. Observaba un edificio alto cubierto de humo en los pisos de arriba. ¿Qué? Una de las torres gemelas de NY estaba en llamas. Parece un incendio. Mis pupilas ya casi somnolientas no se apartaban de la pantalla cuando de repente y en vivo y a todo color vi con suma claridad cómo un avión se acercaba a la otra torre y ¡pum! Se metía en el edificio como un cuchillo en un pastel. Di un salto y grité ¡A la mierda, estamos en guerra! Inmediatamente llamé por teléfono a Ena a su trabajo y le dije que recogiera a Gaby y regresara a casa. Llamé a mis familiares y amigos, todos especulábamos, nadie sabía lo que pasaba en NY.


En el hotel nos reconcentraron a toda la seguridad. Yo había dormido muy poco. Me llevé aparte a Cindy, la jefa de seguridad a quién llamábamos “la rubia peligrosa” y le mostré el informe que había preparado por la madrugada. Le expliqué que, posiblemente, el sospechoso que me había encontrado era uno de “ellos” y que mi opinión era que ellos, probablemente, querían tomarse un avión en Miami pero que por alguna razón no habían podido hacerlo.  Cindy me quedó viendo fijamente a los ojos por un momento, como queriendo saber si yo era digno de fiar, luego miró el reporte y el dibujo que hice en el envés y me dijo con seriedad y con un tono bajo, de confidencialidad: -Ulises, este no es ningún terrorista. Este es Pedro, un cubano que trabajó aquí de ‘houseman’ hace años y que, debido a asuntos domésticos, cometió suicidio hace unos 8 años. Se lanzó por la ventana que da al aeropuerto desde el onceavo piso. Desde entonces le vemos caminar por ahí. Incluso le tenemos grabado en video tape, el VHS lo tengo en el archivo de seguridad. Te voy a pedir un favor, me dijo, no hables de esto con nadie, lo tenemos prohibido de acuerdo a las reglas del hotel. Ya te irás acostumbrando. Observa y calla. Tienes buena vista, no todos los ven. – ¿Los ven? Pregunté yo ¿son varios? –Sí, me dijo Cindy, -han habido tres suicidios, un asesinato y varios huéspedes encontrados muertos por infarto en sus habitaciones a lo largo de la corta historia del Hotel…


Monday, October 20, 2014

Papel de cigarrillos


Me he encontrado con un micro poema en el baúl de mi madre y que estaba perdido en la memoria.  Dice así:

TEMO

Temo morirme sin haberte conocido

O que te mueras sin haberme conocido

O que nos muramos después de habernos conocido.

Seguramente lo hice en la época en que escribía “poemillas del absurdo” en España, hace unos 35 años, y es contemporáneo de este otro:

QUE HAY UNA MUJER

Hay una mujer que no conozco

Que vive en las antípodas.

Que cuando ella duerme, yo no

Que cuando ella no, yo sí.

Que no nos conocemos

Pero que somos amantes simétricos.

Parece que me los traje de España y los dejé olvidados en Miami cuando me fui a vivir a Boston. Las madres guardan todo lo que los hijos tiran por ahí, hasta los papelitos de cigarrillos.

Granada y León, León y Granada


Es curioso que todos los países del mundo tengan ciudades rivales entre sí, mayormente por motivos históricos tan diversos como políticos, deportivos, religiosos, folclóricos y hasta musicales como es el caso de algunas ciudades del altiplano andino que se disputan autorías de canciones y cunas de ritmos.

En España, son famosas las rivalidades entre Pontevedra y Vigo o entre Cádiz y Jerez de la Frontera. Pero, sin duda alguna, el antagonismo más famoso de todos es el que hay entre Madrid y Barcelona; y no sólo por el fútbol como casi todos pensamos. Yo, particularmente, viví en Madrid durante seis años y visité la Ciudad Condal en dos ocasiones. Ambas ciudades me recordaban la pintoresca e inofensiva rivalidad entre León y Granada en Nicaragua. Madrid es como León, pensaba yo, y Barcelona es como Granada. Las unas son populares y amigables, las otras son aristocráticas y cerradas. Unas viven hacia fuera y ven con naturalidad y despreocupación el ser madrileña o leonesa, las otras viven hacia dentro y muestran su fachada con vanidad catalana o granadina.
Son tantas las analogías entre estos dos pares de ciudades, unas rodeadas de cerros y a orillas de aguas interiores las otras, que cada vez que juega el Barcelona contra el Real Madrid me acuerdo de León y Granada.

 El caso de Nicaragua no es único ni diferente y, lo mismo que en España, hay rivalidades entre muchas ciudades pero la más apasionada y famosa es la que hay entre León y Granada, o entre Granada y León para que no se enojen.

 Algunos mitos y estereotipos sobre estas dos ciudades emblemáticas de la cultura colonialista y postcolonial del país nica son tan “tradicionales” que uno se los llega a creer. Por ejemplo se dice que los granadinos hacen ruido con los cubiertos para que el vecino crea que están comiendo “de manteles largos” o que conducen sus autos con las ventanas cerradas para que crean que tienen aire acondicionado. Por supuesto que nada de esto tiene que ver con la realidad pero refleja cierta animosidad en contra del granadino como se tiene en contra del argentino.

 De los leoneses se dice que son pistoleros y bochincheros. Lo segundo puede ser. ¿Quién no es bochinchero en Nicaragua? Lo de pistolero tiene su origen en las vendettas de antaño entre los Poveda y los (no recuerdo quiénes) que armaban sus balaceras en la estación ferroviaria de León.
¡Ah! Pero la frase estrella es ‘Hacer la leonesa’ que consiste en pedir en un restaurante y salir corriendo a la calle después de haber comido. Este es un mito muy interesante que, como todo mito, tiene algo de verdad. La hipótesis mía es la siguiente: Antiguamente León contaba con la única Universidad en el país y recibía estudiantes de toda la nación. Por lo general el estudiante de a pie vivía ‘palmado’ y ¿Qué mejor que inventarse la leonesa para poder subsistir al final del mes?

 A mediado de los setentas, cuando estudiábamos geológicas en la Complutense, varios amigos de diferentes nacionalidades (españoles, argentinos, peruanos, un griego, un libanés y yo) hacíamos trampa en los comedores universitarios para poder “comer de gratis”, Nos hacíamos amigos de las cocineras, repetíamos platos ajenos, los postres debajo de la mesa, le echábamos agua al vino y tomábamos mucho agua. Alguna vez nos metíamos algún ‘bocata’ de calamares en algún bar abarrotado de La Moncloa y nos deslizábamos hacia la calle sin que nadie se percatara. Una vez nos enteramos que en el palacio de Correos daban la comida gratis a los empleados y nos colamos por varios días hasta que se dieron cuenta que no teníamos cara de carteros y nos echaron. Estas anécdotas las traigo a colación porque pienso que ‘La Leonesa’ es universal.

 En fin, pedir que no haya rivalidad entre ciudades es “Pedir peras al olmo” pero tenemos que entender que es parte del folclore y de la idiosincrasia de cada país, que tenemos que respetarnos y recordar que tenemos familiares y amigos, tanto en Esparta como en Atenas.





                                           


Friday, October 17, 2014

¡Qué palizas aquellas!

Te espero a la salida, me dijo. Dale viaje, no te tengo miedo, le dije yo. A la salida de la clase del segundo grado de la escuela de varones nos reunimos cerca del cine Chichigalpa, pusimos los bultos en la acera y el chavalero nos hizo rueda. Antenor alargó el brazo entre los dos y dijo ¡El que escupa primero! La Rana me escupió pero rápidamente esquivé el salivazo, empezamos a dar vueltas tirando golpes en el aire, sin tocarnos. Alguien me  empujó por la espalda y volaron los puñetazos sin control, la Rana me moreteó un ojo y yo le rompí el labio inferior. Alguien mayor que nosotros nos separó y nos dijo que nos diéramos la mano. La Rana y yo terminamos como amigos lo cual no le gustó a Antenor pues quería vernos pelear. Se burlaba de nosotros, ustedes son unos culistas, nos decía mientras se pasaba las dos manos por el compete embadurnado de brillantina.

Allá vimos a su hijo peleándose con otro, le dijo una señora a mi mamá. Ella me estaba esperando en la sala con la tajona en la mano. Pasá papito ¿Para eso te mando a la escuela? ¿Para buscar pleito? Y ¡juá, juá, juá! Me tiró tres fajazos en las patas que me ardieron más que el moretón.
No recuerdo cuándo me cayó por primera vez, supongo que al principio fueron nalgaditas en el pañal. Mi abuelita Amanda solía darme con una ramita de guayabo cuando me iba a vagar al río, o a apedrear garrobos. Un día Vicente, mi tío mayor que yo tan solo dos años, y yo nos fuimos a vagar por el lado de la fábrica de azúcar, en el ingenio San Antonio, y alguien fue con el chivatazo que Vicente y yo estábamos nadando en las pilas de melaza de caña como si de agua se tratara. Cuando regresamos a casa mi abuelita me estaba esperando con la ramita de guayabo y a Vicente lo esperaba mi abuelito Facundo con el cinturón de cuero por ser el de las ideas.

Cuando alguien era cogido en la vagancia les caía a todos. Mi tía Miriam decía “ahora los cachimbeo a todos, para que aprendan” y nos caía en fila, uno por uno. Mi primo Iván era el que más aguantaba por “paradito” y desobediente, por curtido, no paraba con la minimoto por las calles de Chinandega, hasta pasaba haciendo piruetas en una rueda. Mi tía le daba con lo que encontraba, le tiraba la chinela o le caía a chancletazo en el lomo ¡pipoj, pipoj, pipoj! Y si me levantás la voz te quemo la trompa con un tizón, jodidito de mierda.

Mi papá casi nunca nos pegó. Una vez, creo que en 1967, llegamos a  Juigalpa de vacaciones Moisés, Ulises y yo, me enojé con mi padre porque no me quería dejar montar un hermoso caballo que tenía en la finca, me tocó montar un burro y al regresar a Juigalpa, encolerizado, le destruí el chagüite del patio a machetazos. Ese hombre estaba pálido cuando se sacó el cinturón con rabia y me descargó la cuenta del chagüite en el lomo y en las patas. Esa vez me hizo llorar por ser la primera y única vez. Mi hermano Danilo sí que recibió lluvias de palo de mi padre, de mi madre y de mi tía Miriam porque era el más pate perro y el más curtido y cuando se juntaba con Iván eran insoportables.

Mi padre solía estacionar el Land Rover muy cerca de la ventana de su clínica, cuesta abajo en la acera de la Deyfilia, de manera que si uno encendía el motor él se daba cuenta de inmediato. Un día de 1970 quise ir a dar una vuelta por el pueblo para ver a las muchachas caminando por las aceras. Cogí la llave, le quité el freno de emergencia al jeep y lo mandé para abajo con el motor apagado para que no se enterara, a mitad de la bajada lo encendí y fui a dar mi vueltón. Viniendo de Palo Solo a todo mamón y abriendo la boca, a la altura de la escuela de mecanografía, le di a una camioneta por detrás por no frenar a tiempo. Se me rompieron los laterales. ¡A qué hora cogí este chunche! Lo fui a estacionar despacito, apagué el motor antes de detenerme, puse las llaves en su sitio y me largué de la casa para evitar el castigo. Me fui a dormir a la finca de Apompuá y regresé al día siguiente. No me dijo nada. Eso significaba que yo ya era un adulto.



Wednesday, October 15, 2014

El Malecón de Masaya


Parte de mi niñez la pasé en Masaya y el Malecón era mi lugar favorito para la vagancia.

Me había contado mi hermano Moisés, nacido y criado en Masaya, que en el fondo de la laguna existía una serpiente gigantesca, que en el Cailagua había una cueva volcánica que conducía al hogar de la sierpe y que allí los indios dejaban ofrendas de doncellas para apaciguar a la bestia.

Un día (1967) me escapé del Instituto con otros amigos, Chompelón y el Tapir, y nos fuimos en bici al malecón por la calle del estadio para no ser vistos en la calle transitada del Hospital. Dejamos las bicicletas en la acera y bajamos a la laguna por un sendero escarpado y resbaladizo. Una vez abajo nos pusimos a buscar alguna cueva que nos diera alguna pista sobre la bestia pero no encontramos nada anormal, entonces nos dedicamos a lanzar piedras al agua para ver quién llegaba más lejos. De repente vimos un par de botas de cuero volteado y una ropa sobre una roca. Buscamos al bañista por todas partes y no lo encontramos. ¿Se lo habrá engullido la serpiente? Nos asustamos y salimos disparados cuesta arriba. Ya cerca de la balaustrada nos dimos cuenta que había un nutrido grupo de gente observando hacia abajo, volvimos a ver hacia el fondo y vimos flotando en el agua a un tipo en calzoncillo, boca abajo y soplado como un batracio. ¡Corran! Les dije a los muchachos ¡cada uno a su casa! Una vez arriba, la gente nos miraba con ojos acusadores. –Ya le avisamos a la policía, chavalos hijueputas, nos dijo una vieja gorda con una batea de cajetas en la cabeza. Las bicis rodaban como las del Tour de France por esa calle. Desde lo lejos alcancé a escuchar la voz de la cajetera: ¡Hueeeteee, ya te reconocí, ahora te chillo con tu familia, bandido!


Der. foto anónima

Izq. foto de Norvin Torrez





Fotos de la época, diciembre 1966, en la laguna de Masaya, Venecia, situada en la costa opuesta al Malecón. En la Foto aparecemos Silvia Huete Bendaña, Ulises Huete Maltés, Moisés Huete Maltés, Dña Coco Maltés de Huete, Yandín y yo. Foto tomada por el Dr. Ulises Huete Loredo.



Foto tomada por Ulises Huete Maltés con su camara Nikon en 1990 en el conocido bajadero del Malecón de la laguna de Masaya y cerca de donde queda la actual discoteca Coco Jamboo. Foto tomada aproximadamente a 60 mts bajo el nivel del malecón en pendiente casi vertical y aproximadamente a 30 mts del nivel del agua.

Residencia Permanente



Muy pocos saben y seguramente no se acuerdan cómo fue que me hice legal en los Estados Unidos de Norteamérica. Fue algo insólito.

Después de haber permanecido unos ocho años en España, estudiando geología al principio y tocando folclore nicaragüense y canto testimonial al final, viajé a los Estados Unidos en 1982 con visa de tránsito y me quedé como ilegal. En Miami formé el grupo Bronce de canto latinoamericano con cierto éxito en la ciudad.

 En 1985 llené papeles migratorios de Canadá y me aceptaron como inmigrante pero abandoné la idea de residir en ese gran país cuando un grupo boliviano de folclore andino, Fortaleza, me convenció de viajar con ellos a Boston en donde permanecí tres años con la banda. Viajamos por varios estados dando conciertos incluyendo uno grande en el Carnegie Hall de New York el 12 de octubre de 1985. Perdimos un contrato para tocar en Canadá porque algunos miembros del grupo éramos ilegales.

 En 1987 regresé a Miami con la idea de reformar Bronce, orientado a la música autóctona andina y a la música contemporánea de acuerdo con la experiencia adquirida y con el objetivo de dar a conocer la música precolombina que aún sobrevive en los Andes y composiciones propias con raíces indígenas  fusionada con rock y jazz.

 En 1995 recibí una carta de deportación voluntaria. Tenía que abandonar el país o sería deportado a España, de donde vine. Me busqué un abogado, alguien me habló del Dr. Mario M. Lovo, un joven abogado nicaragüense que no era muy conocido por entonces pero que tenía carisma, ingenio, tenacidad y lo mejor, no cobraba mucho. Lovo estudió mi caso, no había posibilidad alguna, me dijo. Pero se le ocurrió la idea de la música, me dijo que nos centraríamos en que éramos una “non profit band” y que divulgábamos la música aborigen de los Andes en plan cultural en Colleges, Universidades y escuelas. En cierto modo era verdad pero la mayor parte del tiempo cobrábamos porque el arte se paga y teníamos que sobrevivir. Yo entré en pánico pero Lovo me convenció de lo auténtico de nuestra labor.

 La víspera del juicio, Lovo convenció al juez para que yo diera una demostración “artística” en la sala como prueba de que mi grupo divulgaba música autóctona indígena. A tanto ruego el juez accedió, creándose, de esta forma, un caso único en los anales de juicios migratorios en los Estados Unidos y, posiblemente, del mundo.

 El día del juicio fui con dos miembros de Bronce (Aurelio Sarmiento de Colombia y Adolfo Fito Rodríguez de Bolivia) porque los otros dos músicos eran ilegales. Lovo me dijo que llevara los instrumentos más autóctonos para impresionar al juez, un anglosajón de rostro grave y de pocos amigos. Llevamos los Toyos, instrumento boliviano que aparece en la foto de abajo, de la familia de las zampoñas y de tonos graves, un bombo legüero y la marimba nicaragüense que Carlos Mejía Godoy me había obsequiado unos 15 años atrás, en Madrid.

 En la sala estaban mi madre y mi hermana Lidia porque el otro argumento era de que yo estaba en Miami por razones humanitarias, y en realidad así era, para cooperar en el cuido de Lidia quien tiene retraso mental y esquizofrenia; también estaba yo el “deportable”, el abogado Lovo, el juez y un traductor pues escogí el castellano para hablar con más seguridad.

 Los músicos esperaron su turno fuera de la sala. Las preguntas, muchas veces capciosas, se me hacían eternas; al final todo parecía perdido, yo no era perseguido político ni tenía ningún motivo para continuar en el país. Lovo le preguntó al juez si podíamos interpretar algo. El juez accedió de mala gana e hicieron pasar a los músicos con los instrumentos, los pobres temblaban.

 Tocamos un extracto de contrapunto con toyos y bombo y un pasaje de El Solar de Monimbó con la marimba y el bombo, nada de guitarras u otros instrumentos europeos. El asunto era impresionar al juez con los instrumentos indígenas (aunque la marimba es de origen africano puede entrar en esa categoría). El juez tenía los ojos bien abiertos igual que la boca. Varios jueces y abogados entraron a la sala atraídos por “el ruido” y la cosa casi se convierte en un carnaval. Jamás había ocurrido algo igual, en la Corte de Migración no se hablaría de otra cosa por mucho tiempo.

 El juez me dio la residencia. Una vez terminado el juicio me estrechó la mano, me felicitó y, su rostro se volvió más relajado y amigable.

 Meses después le mandamos al juez una copia del CD que estábamos grabando por esas fechas con el nombre de Bronce y con temas altiplánicos contemporáneos y algunos temas propios.

El Dr. Mario M. Lovo es un abogado reconocido que en la actualidad se dedica a orientar y educar a las personas indocumentadas.
 

Tuesday, October 7, 2014

Danza del Viento (de Trujillo a Cajamarca)


Este tema lo compuse a la carrera en Boston, Massachusetts, en el verano de 1987 porque teníamos 48 horas de estudio de grabaciones disponibles en un estudio de Harvard y no teníamos ningún tema preparado. De Fortaleza, solo Ramiro de la Zerda y yo estábamos disponibles. Escogimos un par de temas de Ramiro, ‘Phuru Runas’ y ‘El amor del Chasqui’ y este mío ‘Danza del viento’ que en su momento lo llamé ‘Romance del viento y la caña’ porque Ramiro me había contado esta leyenda en la cual me inspiré: Que cuando el viento rompía las cañas que crecen a orillas del lago Titicaca, este soplaba sobre los carrizos rotos produciendo tonos distintos que daban armonías variadas y melodías etéreas como lamentos; resulta que esta era una princesa inca que el dios Inti había convertido en cañaveral para que nadie la desposara porque él se había enamorado de ella y no podía tocarla porque la quemaría…pero el viento se enamoró de ella convirtiéndola en su instrumento.

Al final Ramiro y yo grabamos instrumento por instrumento sus dos temas pero no tuvimos tiempo de grabar ‘Danza del viento’ porque estaba un poco complicado el arreglo, así que el resto del tiempo nos dedicamos a mezclar y masterizar sus temas que, al final, no pudimos incluir en ningún disco porque el grupo se reformaría al finalizar el año.

 Años después, en 2007, grabé en Miami el tema en una grabadora digital Boss de 16 pistas. La introducción, que originalmente era acústica, la hice con teclado, entrelazando diferentes melodías con sonido de sintetizador y efectos de percusión. La segunda parte fue más complicada. Primero grabé un ritmo y arpegios básicos con guitarra española siguiendo un metrónomo de la grabadora. En la siguientes dos pistas grabé ritmo de batería en vivo y sin programar con el teclado. En la siguiente pista el bajo con teclado y ya estaba la base lista. En el resto de pistas disponibles grabé todas las melodías con zampoñas andinas [Toyo (bajo), Zanka (barítono), Malta (tenor) e Ika (soprano)], quena (flauta andina) recorder (flauta dulce), charango (mandolina andina), guitarra eléctrica, violines de teclado, auto harp y efectos de voces. La mezcla y máster los hice en la computadora con el software Cakewalk.

La historia musical es la siguiente: La 1a parte de teclado representa el viento extremeño. La 2a parte de teclados representa la marcha de Pizarro, de Tumbes a Cajamarca. La 3a parte representa el diálogo de Atahualpa y Pizarro. Francisco Pizarro -oriundo de Trujillo, Extremadura- conquistó el extenso imperio incaico centralizado en el Perú con un puñado de soldados españoles y guerreros nahuas nicaragüenses. Por motivos coyunturales que experimentaba el Tahuantinsuyo, la conquista fue extremadamente fácil. Esta composición representa el diálogo entre dos culturas enfrentadas, la quena y la zampoña contra la guitarra y la flauta dulce, flanqueado por el hijo de ambos, el charango, y desarrollado dentro de los parámetros del rock progresivo étnico. Los toyos describen el repudio de la biblia por parte de Atahualpa y la guitarra eléctrica la masacre. Al final un murmullo de monjes que hice doblando mi voz 6 veces representa la mezcla de razas, culturas y lenguas en un nuevo orden religioso.


UHB 06-oct-2014