Tuesday, October 28, 2014

La mujer abandonada

Por motivos que desconozco y que no me incumben, Isabela se peleó con el marido hace unos cuatro meses. Cheíto envalijó su ropa y algunos cachivaches y se marchó de casa esa misma tarde. La pobre Isabela, con sus cuatro hijos pequeños hubo de hacer malabarismos para que la comida diera para todos. Una mañana, Leo el boricua, vecino de ella y con fama de santero, la visitó compadecido por la situación de la afligida mujer. –Comadre, le dijo, no sufra por puro gusto, yo la puedo ayudá pa’ que su señor esposo regrese. Yo le voy a hacé una limpieza pero la tiene que hacé al pie de la letra. –Cómo e eso Don Leo, le preguntó ella intrigada. -Ah puej mañanana se lo digo, dijo Leo y se marchó

-Se tiene que comprar estas yerbas en el herbolario, le dijo a ella el día siguiente, acto seguido le entregó una pequeña lista en un papel de libreta rayada. Se da un baño con agua tibia de yerbas y después se sienta en una banqueta…y se tiene que masturbá.  Isabela se sonrojó y luego de una pausa le contestó al vecino –Pero cómo que me tengo que masturbá, qué dice usté por dio. –No se preocupe vecina que esto va a funcioná, la dijo Leo, ya verá cómo su marido regresa más enamorao que nunca. -¡Ah! Y también cómprese un tabacón y una vela con la imagen de la virgen del Cobre.


-Yo la voy a ayudá, no se preocupe, la dijo al tercer día. Despué del baño con las yerbas se me queda desnuda en la banqueta y se me masturba. -Pero hombre de dio, eso qué tiene que ve con mi marío, le increpó Isabela, ya contrariada, ¡diablo! Y despué usté qué va a hacéee. -No se preocupe, déjemelo a mí, dijo el brujo, cuando usté se siente en la banqueta a masturbarse, encienda el tabaco y se echa las bocanadas de humo por todo el cuerpo mientras sostiene la vela con la otra mano. Ella se quedó pensando y le preguntó: -Pero dígame una cosa Don Leo ¿Cómo voy a hacé yo pa’ masturbarme si con una mano tengo el tabaco y con la otra la vela? -¡Ah! Le contestó Leo, allí es donde entro yo a ayudarla.



Soylent Green


 En 1974, Felipe Curran y Álvaro Balladares fueron a ver la película Soylent Green en el cine González de León. Después de comprar los boletos Felipe entró a la sala oscura sin darse cuenta que Álvaro se había quedado rezagado; éste, Álvaro o mejor conocido como el Kununo, escondido detrás de la puerta medio abierta, se puso las manos alrededor de la boca y gritó a todo pulmón ¡buenas noches!... Todos los espectadores se voltearon hacia atrás y quedaron viendo con asombro y enojo a Felipito que también estaba sorprendido. Éste, Felipe conocido también como el Picudo, levantó los brazos, dio unos pasitos hacia atrás sacudiendo la melena con un ligero temblor de ira, gritó a los molestos espectadores ¡Qué es la verga! Las personas volvieron a acomodarse en sus sillas, susurrando y moviendo la cabeza en señal de desaprobación y continuaron viendo la película. Álvaro entró a la sala después de haberse revolcado de la risa en el piso. Cuando salgamos te turqueo, le dijo Felipe.

Al día siguiente, un renombrado médico de la ciudad que había estado en el cine esa noche, llamó por teléfono al papá de Felipe y le dijo: Doctor Curran ¡qué barbaridad! Anoche estaba su muchacho gritando vulgaridades en el cine, dígale que se comporte.  Además, por aquí pasa a diario en esa mini moto con el escape roto, perturbando la paz de mi clínica y alterando los nervios de mis pacientes.




Antiguo cine González de León, Nicaragua.




Monday, October 27, 2014

Un ansiado retiro

¡Jodido! Me dijo Felipe Curran, En ese León ya no se puede vivir, el calor es insoportable y hay una discoteca en cada esquina que no te deja dormir, no sé a dónde carajo me voy a retirar. ¿Y por qué no te retirás a Jinotega que es más tranquilo y fresco? le pregunté yo. ¡Nooooo!, me dijo, lo mío es pescar, nadar y 'surfear', papá, me voy a retirar a Poneloya. ¡Ve que de a verga! le digo yo ¿acaso te vas a retirar de 30 años? Con costo vas a conseguir a alguien que te empuje la silla de ruedas y te lleve a la costa para ver la puesta de sol. Nunca más volvió a tocar el tema del retiro.




Un sobreviviente llamado Hubble

A las 5am, hora de Greenwich, del día 12-21-2012 sucedió lo inevitable. La Tierra fue desintegrada por un meteorito gigante. Nadie sobrevivió. Para nosotros la vida continúa porque pensamos que estamos vivos pero no es así, somos fantasmas y vivimos en un planeta fantasma.
Hace un par de horas, el telescopio Hubble transmitió una foto tomada entre Venus y Marte con la imagen de un cinturón de escombros y polvo.



Tuesday, October 21, 2014

Piso 11

Un "September 11" lleno de terror.


El hotel Hilton se divisa desde la 836, a la izquierda según viniendo del ‘downtown’. A la derecha está el aeropuerto internacional de Miami, justo enfrente del hotel. Giré con el auto hacia la izquierda hasta topar con la Blue Lagoon Drive que me conduciría hasta la entrada del hotel. Saqué un ticket de la máquina de la entrada del estacionamiento y me metí en el primer espacio que encontré. Eché llave al auto y me quedé viendo el edificio por un momento. Era un edificio de 14 pisos, amarillo pastel con una fuente entre el área de valet y la entrada principal. A la derecha y dentro del lobby estaba ubicada la famosa discoteca ‘Club Mystique’ en la cual Bronce había tocado unos años atrás; esta vez yo no llegaba en calidad de músico. Pregunté en la recepción por el departamento de seguridad y me dijeron que fuera a la parte trasera del hotel. Me senté en una salita de ‘Human Resources’ a esperar al manager de seguridad el cual me mandó a citar para la entrevista esa mañana.

Hace unos meses que yo había renunciado al grupo por diferencias musicales. Aparte tenía una semana de haberme quedado sin trabajo. Aún no era ciudadano y solo contaba con la residencia, no era fácil encontrar trabajo ya desde entonces pero un amigo me recomendó en el Hilton. Me tocó sacar licencia de seguridad, afortunadamente sin portación de arma; yo, un pacifista y enemigo de la violencia, buscando trabajo de ‘security’. Por entonces yo estaba estudiando ‘Web Site Design’ por la fuerza pues Ena casi que me matriculó a los empujones, aunque luego le cogí el saborcillo a las computadoras con las cuales todavía no estaba familiarizado.
 
No esperé por mucho tiempo. Por una puerta apareció el manager de seguridad y yo me puse de pie. Era una rubia con cola de caballo de unos 30 años, guapa, vestida toda de negro a lo DEA, muy femenina pero con porte autoritario, me hizo tomar asiento en un pequeño despacho y me hizo la entrevista en inglés; yo respondí a como pude con mi inglés masticado. Me preguntó cómo reaccionaría yo ante determinadas situaciones de “stress” y con mi total inexperiencia en asuntos violentos fallé casi todas las respuestas. Pero me dio el trabajo, no sé por qué. Pedí el turno de la noche porque estudiaba de día. Me encajaron uniforme, chapa y radio y Felix Santos, un portorriqueño con acento nicaragüense, me dio entrenamiento básico de seguidad.

Un mes después, el 11 de septiembre de 2001, a las 2 de la madrugada, me enviaron a dejar por debajo de las puertas los “checkouts” o recibos de las habitaciones que serían desocupadas por la mañana. Tomé uno de los ascensores hasta el piso número 14 para empezar, obviamente, de arriba hacia abajo. Empecé a meter las hojas por debajo de las puertas indicadas, piso por piso y bajando en ascensor, no por las escaleras de emergencia. Cuando llego al piso #11 y salgo del ascensor veo a una persona, a mano derecha, caminando hacia el fondo del pasillo. Nada anormal, digo yo, un “guest” que va para su habitación. Yo iba detrás de él “tirando” recibos pero, como me entrenaron a observar detalles, me llamó la atención el individuo de inmediato: era un hombre alto, de raza blanca, calvo de la coronilla, de unos 40 años, delgado, vestido con polo azul oscuro, pantalón negro y zapatos de cuero negro. Caminaba a paso normal, sin prisa, con los brazos colgando relajados. No volvía a ver a los lados, ni de reojo, de manera que nunca pude ver su rostro. Lo más intrigante era que en el silencio nocturno del pasillo no se escuchaban ruidos de sus huesos, ni el crujir del cuero de los zapatos o del roce de estos con la alfombra, ni ruido de monedas o llaves. El sujeto me ignoraba por completo, ni siquiera se inmutaba con mi presencia detrás de él. Yo seguía detrás del tipo a una distancia prudencial, ya nervioso y ya con el radio listo para comunicarme con la base de seguridad. Lo que más me molestaba era la falta de ruido. El silencio total era exasperante. El individuo se acercaba cada vez más al final del pasillo en donde se encontraba una ventana –extrañamente con la cortina abierta- con vista directa al aeropuerto. Mis pasos se volvieron más lentos y temerosos, no quería verme envuelto en ningún percance de violencia. Era evidente que el individuo no tenía intenciones de entrar en ninguna habitación. Llegó, al fin, al final del pasillo y se detuvo delante de la ventana, siempre con los brazos colgados. Yo me puse el radio cerca de mi boca porque tenía miedo de hablarle al tipo, tenía miedo de preguntarle si necesitaba alguna ayuda o si estaba perdido etc. Algo me decía que la situación no era nada normal. De repente el hombre, sin volver la cara hacia mí, empezó a deslizarse suavemente hacia la izquierda – no sé cómo lo hizo-, abrió la puerta de las escaleras de emergencia, entró y cerró. Yo, inmediatamente, cometí la imprudencia de correr hacia la puerta y abrirla sin tener nada con qué defenderme. Busqué escaleras abajo (no hay escaleras hacia los pisos de arriba pues están al medio del pasillo no en los extremos como los que van del piso 11 hacia abajo) y no encontré al sospechoso por ningún lado. Llamé por la radio a la base de seguridad describiendo al sospechoso y pidiendo que observaran todas las cámaras. Cuando regresé a la base relaté lo ocurrido al supervisor y este se sonrió y me dijo que no me preocupara. De todas maneras preparé el informe y dibujé al sospechoso. Más tarde sentimos un fuerte olor a “incendio provocado por cables eléctricos”, le di la vuelta al edificio en un carrito de golf con resultados negativos. Algo me decía que algo no andaba bien. Miraba hacia el aeropuerto, había algo que me inquietaba ¿qué sería?

Amaneció y regresé a casa. Ena había dejado a Gaby en la guardería y se había ido a su trabajo. Yo no tenía sueño y me senté en el sofá a ver un poco de televisión. Puse un canal cualquiera y me quedé viendo las noticias. Observaba un edificio alto cubierto de humo en los pisos de arriba. ¿Qué? Una de las torres gemelas de NY estaba en llamas. Parece un incendio. Mis pupilas ya casi somnolientas no se apartaban de la pantalla cuando de repente y en vivo y a todo color vi con suma claridad cómo un avión se acercaba a la otra torre y ¡pum! Se metía en el edificio como un cuchillo en un pastel. Di un salto y grité ¡A la mierda, estamos en guerra! Inmediatamente llamé por teléfono a Ena a su trabajo y le dije que recogiera a Gaby y regresara a casa. Llamé a mis familiares y amigos, todos especulábamos, nadie sabía lo que pasaba en NY.


En el hotel nos reconcentraron a toda la seguridad. Yo había dormido muy poco. Me llevé aparte a Cindy, la jefa de seguridad a quién llamábamos “la rubia peligrosa” y le mostré el informe que había preparado por la madrugada. Le expliqué que, posiblemente, el sospechoso que me había encontrado era uno de “ellos” y que mi opinión era que ellos, probablemente, querían tomarse un avión en Miami pero que por alguna razón no habían podido hacerlo.  Cindy me quedó viendo fijamente a los ojos por un momento, como queriendo saber si yo era digno de fiar, luego miró el reporte y el dibujo que hice en el envés y me dijo con seriedad y con un tono bajo, de confidencialidad: -Ulises, este no es ningún terrorista. Este es Pedro, un cubano que trabajó aquí de ‘houseman’ hace años y que, debido a asuntos domésticos, cometió suicidio hace unos 8 años. Se lanzó por la ventana que da al aeropuerto desde el onceavo piso. Desde entonces le vemos caminar por ahí. Incluso le tenemos grabado en video tape, el VHS lo tengo en el archivo de seguridad. Te voy a pedir un favor, me dijo, no hables de esto con nadie, lo tenemos prohibido de acuerdo a las reglas del hotel. Ya te irás acostumbrando. Observa y calla. Tienes buena vista, no todos los ven. – ¿Los ven? Pregunté yo ¿son varios? –Sí, me dijo Cindy, -han habido tres suicidios, un asesinato y varios huéspedes encontrados muertos por infarto en sus habitaciones a lo largo de la corta historia del Hotel…


Monday, October 20, 2014

Papel de cigarrillos


Me he encontrado con un micro poema en el baúl de mi madre y que estaba perdido en la memoria.  Dice así:

TEMO

Temo morirme sin haberte conocido

O que te mueras sin haberme conocido

O que nos muramos después de habernos conocido.

Seguramente lo hice en la época en que escribía “poemillas del absurdo” en España, hace unos 35 años, y es contemporáneo de este otro:

QUE HAY UNA MUJER

Hay una mujer que no conozco

Que vive en las antípodas.

Que cuando ella duerme, yo no

Que cuando ella no, yo sí.

Que no nos conocemos

Pero que somos amantes simétricos.

Parece que me los traje de España y los dejé olvidados en Miami cuando me fui a vivir a Boston. Las madres guardan todo lo que los hijos tiran por ahí, hasta los papelitos de cigarrillos.

Granada y León, León y Granada


Es curioso que todos los países del mundo tengan ciudades rivales entre sí, mayormente por motivos históricos tan diversos como políticos, deportivos, religiosos, folclóricos y hasta musicales como es el caso de algunas ciudades del altiplano andino que se disputan autorías de canciones y cunas de ritmos.

En España, son famosas las rivalidades entre Pontevedra y Vigo o entre Cádiz y Jerez de la Frontera. Pero, sin duda alguna, el antagonismo más famoso de todos es el que hay entre Madrid y Barcelona; y no sólo por el fútbol como casi todos pensamos. Yo, particularmente, viví en Madrid durante seis años y visité la Ciudad Condal en dos ocasiones. Ambas ciudades me recordaban la pintoresca e inofensiva rivalidad entre León y Granada en Nicaragua. Madrid es como León, pensaba yo, y Barcelona es como Granada. Las unas son populares y amigables, las otras son aristocráticas y cerradas. Unas viven hacia fuera y ven con naturalidad y despreocupación el ser madrileña o leonesa, las otras viven hacia dentro y muestran su fachada con vanidad catalana o granadina.
Son tantas las analogías entre estos dos pares de ciudades, unas rodeadas de cerros y a orillas de aguas interiores las otras, que cada vez que juega el Barcelona contra el Real Madrid me acuerdo de León y Granada.

 El caso de Nicaragua no es único ni diferente y, lo mismo que en España, hay rivalidades entre muchas ciudades pero la más apasionada y famosa es la que hay entre León y Granada, o entre Granada y León para que no se enojen.

 Algunos mitos y estereotipos sobre estas dos ciudades emblemáticas de la cultura colonialista y postcolonial del país nica son tan “tradicionales” que uno se los llega a creer. Por ejemplo se dice que los granadinos hacen ruido con los cubiertos para que el vecino crea que están comiendo “de manteles largos” o que conducen sus autos con las ventanas cerradas para que crean que tienen aire acondicionado. Por supuesto que nada de esto tiene que ver con la realidad pero refleja cierta animosidad en contra del granadino como se tiene en contra del argentino.

 De los leoneses se dice que son pistoleros y bochincheros. Lo segundo puede ser. ¿Quién no es bochinchero en Nicaragua? Lo de pistolero tiene su origen en las vendettas de antaño entre los Poveda y los (no recuerdo quiénes) que armaban sus balaceras en la estación ferroviaria de León.
¡Ah! Pero la frase estrella es ‘Hacer la leonesa’ que consiste en pedir en un restaurante y salir corriendo a la calle después de haber comido. Este es un mito muy interesante que, como todo mito, tiene algo de verdad. La hipótesis mía es la siguiente: Antiguamente León contaba con la única Universidad en el país y recibía estudiantes de toda la nación. Por lo general el estudiante de a pie vivía ‘palmado’ y ¿Qué mejor que inventarse la leonesa para poder subsistir al final del mes?

 A mediado de los setentas, cuando estudiábamos geológicas en la Complutense, varios amigos de diferentes nacionalidades (españoles, argentinos, peruanos, un griego, un libanés y yo) hacíamos trampa en los comedores universitarios para poder “comer de gratis”, Nos hacíamos amigos de las cocineras, repetíamos platos ajenos, los postres debajo de la mesa, le echábamos agua al vino y tomábamos mucho agua. Alguna vez nos metíamos algún ‘bocata’ de calamares en algún bar abarrotado de La Moncloa y nos deslizábamos hacia la calle sin que nadie se percatara. Una vez nos enteramos que en el palacio de Correos daban la comida gratis a los empleados y nos colamos por varios días hasta que se dieron cuenta que no teníamos cara de carteros y nos echaron. Estas anécdotas las traigo a colación porque pienso que ‘La Leonesa’ es universal.

 En fin, pedir que no haya rivalidad entre ciudades es “Pedir peras al olmo” pero tenemos que entender que es parte del folclore y de la idiosincrasia de cada país, que tenemos que respetarnos y recordar que tenemos familiares y amigos, tanto en Esparta como en Atenas.





                                           


Friday, October 17, 2014

¡Qué palizas aquellas!

Te espero a la salida, me dijo. Dale viaje, no te tengo miedo, le dije yo. A la salida de la clase del segundo grado de la escuela de varones nos reunimos cerca del cine Chichigalpa, pusimos los bultos en la acera y el chavalero nos hizo rueda. Antenor alargó el brazo entre los dos y dijo ¡El que escupa primero! La Rana me escupió pero rápidamente esquivé el salivazo, empezamos a dar vueltas tirando golpes en el aire, sin tocarnos. Alguien me  empujó por la espalda y volaron los puñetazos sin control, la Rana me moreteó un ojo y yo le rompí el labio inferior. Alguien mayor que nosotros nos separó y nos dijo que nos diéramos la mano. La Rana y yo terminamos como amigos lo cual no le gustó a Antenor pues quería vernos pelear. Se burlaba de nosotros, ustedes son unos culistas, nos decía mientras se pasaba las dos manos por el compete embadurnado de brillantina.

Allá vimos a su hijo peleándose con otro, le dijo una señora a mi mamá. Ella me estaba esperando en la sala con la tajona en la mano. Pasá papito ¿Para eso te mando a la escuela? ¿Para buscar pleito? Y ¡juá, juá, juá! Me tiró tres fajazos en las patas que me ardieron más que el moretón.
No recuerdo cuándo me cayó por primera vez, supongo que al principio fueron nalgaditas en el pañal. Mi abuelita Amanda solía darme con una ramita de guayabo cuando me iba a vagar al río, o a apedrear garrobos. Un día Vicente, mi tío mayor que yo tan solo dos años, y yo nos fuimos a vagar por el lado de la fábrica de azúcar, en el ingenio San Antonio, y alguien fue con el chivatazo que Vicente y yo estábamos nadando en las pilas de melaza de caña como si de agua se tratara. Cuando regresamos a casa mi abuelita me estaba esperando con la ramita de guayabo y a Vicente lo esperaba mi abuelito Facundo con el cinturón de cuero por ser el de las ideas.

Cuando alguien era cogido en la vagancia les caía a todos. Mi tía Miriam decía “ahora los cachimbeo a todos, para que aprendan” y nos caía en fila, uno por uno. Mi primo Iván era el que más aguantaba por “paradito” y desobediente, por curtido, no paraba con la minimoto por las calles de Chinandega, hasta pasaba haciendo piruetas en una rueda. Mi tía le daba con lo que encontraba, le tiraba la chinela o le caía a chancletazo en el lomo ¡pipoj, pipoj, pipoj! Y si me levantás la voz te quemo la trompa con un tizón, jodidito de mierda.

Mi papá casi nunca nos pegó. Una vez, creo que en 1967, llegamos a  Juigalpa de vacaciones Moisés, Ulises y yo, me enojé con mi padre porque no me quería dejar montar un hermoso caballo que tenía en la finca, me tocó montar un burro y al regresar a Juigalpa, encolerizado, le destruí el chagüite del patio a machetazos. Ese hombre estaba pálido cuando se sacó el cinturón con rabia y me descargó la cuenta del chagüite en el lomo y en las patas. Esa vez me hizo llorar por ser la primera y única vez. Mi hermano Danilo sí que recibió lluvias de palo de mi padre, de mi madre y de mi tía Miriam porque era el más pate perro y el más curtido y cuando se juntaba con Iván eran insoportables.

Mi padre solía estacionar el Land Rover muy cerca de la ventana de su clínica, cuesta abajo en la acera de la Deyfilia, de manera que si uno encendía el motor él se daba cuenta de inmediato. Un día de 1970 quise ir a dar una vuelta por el pueblo para ver a las muchachas caminando por las aceras. Cogí la llave, le quité el freno de emergencia al jeep y lo mandé para abajo con el motor apagado para que no se enterara, a mitad de la bajada lo encendí y fui a dar mi vueltón. Viniendo de Palo Solo a todo mamón y abriendo la boca, a la altura de la escuela de mecanografía, le di a una camioneta por detrás por no frenar a tiempo. Se me rompieron los laterales. ¡A qué hora cogí este chunche! Lo fui a estacionar despacito, apagué el motor antes de detenerme, puse las llaves en su sitio y me largué de la casa para evitar el castigo. Me fui a dormir a la finca de Apompuá y regresé al día siguiente. No me dijo nada. Eso significaba que yo ya era un adulto.



Wednesday, October 15, 2014

El Malecón de Masaya


Parte de mi niñez la pasé en Masaya y el Malecón era mi lugar favorito para la vagancia.

Me había contado mi hermano Moisés, nacido y criado en Masaya, que en el fondo de la laguna existía una serpiente gigantesca, que en el Cailagua había una cueva volcánica que conducía al hogar de la sierpe y que allí los indios dejaban ofrendas de doncellas para apaciguar a la bestia.

Un día (1967) me escapé del Instituto con otros amigos, Chompelón y el Tapir, y nos fuimos en bici al malecón por la calle del estadio para no ser vistos en la calle transitada del Hospital. Dejamos las bicicletas en la acera y bajamos a la laguna por un sendero escarpado y resbaladizo. Una vez abajo nos pusimos a buscar alguna cueva que nos diera alguna pista sobre la bestia pero no encontramos nada anormal, entonces nos dedicamos a lanzar piedras al agua para ver quién llegaba más lejos. De repente vimos un par de botas de cuero volteado y una ropa sobre una roca. Buscamos al bañista por todas partes y no lo encontramos. ¿Se lo habrá engullido la serpiente? Nos asustamos y salimos disparados cuesta arriba. Ya cerca de la balaustrada nos dimos cuenta que había un nutrido grupo de gente observando hacia abajo, volvimos a ver hacia el fondo y vimos flotando en el agua a un tipo en calzoncillo, boca abajo y soplado como un batracio. ¡Corran! Les dije a los muchachos ¡cada uno a su casa! Una vez arriba, la gente nos miraba con ojos acusadores. –Ya le avisamos a la policía, chavalos hijueputas, nos dijo una vieja gorda con una batea de cajetas en la cabeza. Las bicis rodaban como las del Tour de France por esa calle. Desde lo lejos alcancé a escuchar la voz de la cajetera: ¡Hueeeteee, ya te reconocí, ahora te chillo con tu familia, bandido!


Der. foto anónima

Izq. foto de Norvin Torrez





Fotos de la época, diciembre 1966, en la laguna de Masaya, Venecia, situada en la costa opuesta al Malecón. En la Foto aparecemos Silvia Huete Bendaña, Ulises Huete Maltés, Moisés Huete Maltés, Dña Coco Maltés de Huete, Yandín y yo. Foto tomada por el Dr. Ulises Huete Loredo.



Foto tomada por Ulises Huete Maltés con su camara Nikon en 1990 en el conocido bajadero del Malecón de la laguna de Masaya y cerca de donde queda la actual discoteca Coco Jamboo. Foto tomada aproximadamente a 60 mts bajo el nivel del malecón en pendiente casi vertical y aproximadamente a 30 mts del nivel del agua.

Residencia Permanente



Muy pocos saben y seguramente no se acuerdan cómo fue que me hice legal en los Estados Unidos de Norteamérica. Fue algo insólito.

Después de haber permanecido unos ocho años en España, estudiando geología al principio y tocando folclore nicaragüense y canto testimonial al final, viajé a los Estados Unidos en 1982 con visa de tránsito y me quedé como ilegal. En Miami formé el grupo Bronce de canto latinoamericano con cierto éxito en la ciudad.

 En 1985 llené papeles migratorios de Canadá y me aceptaron como inmigrante pero abandoné la idea de residir en ese gran país cuando un grupo boliviano de folclore andino, Fortaleza, me convenció de viajar con ellos a Boston en donde permanecí tres años con la banda. Viajamos por varios estados dando conciertos incluyendo uno grande en el Carnegie Hall de New York el 12 de octubre de 1985. Perdimos un contrato para tocar en Canadá porque algunos miembros del grupo éramos ilegales.

 En 1987 regresé a Miami con la idea de reformar Bronce, orientado a la música autóctona andina y a la música contemporánea de acuerdo con la experiencia adquirida y con el objetivo de dar a conocer la música precolombina que aún sobrevive en los Andes y composiciones propias con raíces indígenas  fusionada con rock y jazz.

 En 1995 recibí una carta de deportación voluntaria. Tenía que abandonar el país o sería deportado a España, de donde vine. Me busqué un abogado, alguien me habló del Dr. Mario M. Lovo, un joven abogado nicaragüense que no era muy conocido por entonces pero que tenía carisma, ingenio, tenacidad y lo mejor, no cobraba mucho. Lovo estudió mi caso, no había posibilidad alguna, me dijo. Pero se le ocurrió la idea de la música, me dijo que nos centraríamos en que éramos una “non profit band” y que divulgábamos la música aborigen de los Andes en plan cultural en Colleges, Universidades y escuelas. En cierto modo era verdad pero la mayor parte del tiempo cobrábamos porque el arte se paga y teníamos que sobrevivir. Yo entré en pánico pero Lovo me convenció de lo auténtico de nuestra labor.

 La víspera del juicio, Lovo convenció al juez para que yo diera una demostración “artística” en la sala como prueba de que mi grupo divulgaba música autóctona indígena. A tanto ruego el juez accedió, creándose, de esta forma, un caso único en los anales de juicios migratorios en los Estados Unidos y, posiblemente, del mundo.

 El día del juicio fui con dos miembros de Bronce (Aurelio Sarmiento de Colombia y Adolfo Fito Rodríguez de Bolivia) porque los otros dos músicos eran ilegales. Lovo me dijo que llevara los instrumentos más autóctonos para impresionar al juez, un anglosajón de rostro grave y de pocos amigos. Llevamos los Toyos, instrumento boliviano que aparece en la foto de abajo, de la familia de las zampoñas y de tonos graves, un bombo legüero y la marimba nicaragüense que Carlos Mejía Godoy me había obsequiado unos 15 años atrás, en Madrid.

 En la sala estaban mi madre y mi hermana Lidia porque el otro argumento era de que yo estaba en Miami por razones humanitarias, y en realidad así era, para cooperar en el cuido de Lidia quien tiene retraso mental y esquizofrenia; también estaba yo el “deportable”, el abogado Lovo, el juez y un traductor pues escogí el castellano para hablar con más seguridad.

 Los músicos esperaron su turno fuera de la sala. Las preguntas, muchas veces capciosas, se me hacían eternas; al final todo parecía perdido, yo no era perseguido político ni tenía ningún motivo para continuar en el país. Lovo le preguntó al juez si podíamos interpretar algo. El juez accedió de mala gana e hicieron pasar a los músicos con los instrumentos, los pobres temblaban.

 Tocamos un extracto de contrapunto con toyos y bombo y un pasaje de El Solar de Monimbó con la marimba y el bombo, nada de guitarras u otros instrumentos europeos. El asunto era impresionar al juez con los instrumentos indígenas (aunque la marimba es de origen africano puede entrar en esa categoría). El juez tenía los ojos bien abiertos igual que la boca. Varios jueces y abogados entraron a la sala atraídos por “el ruido” y la cosa casi se convierte en un carnaval. Jamás había ocurrido algo igual, en la Corte de Migración no se hablaría de otra cosa por mucho tiempo.

 El juez me dio la residencia. Una vez terminado el juicio me estrechó la mano, me felicitó y, su rostro se volvió más relajado y amigable.

 Meses después le mandamos al juez una copia del CD que estábamos grabando por esas fechas con el nombre de Bronce y con temas altiplánicos contemporáneos y algunos temas propios.

El Dr. Mario M. Lovo es un abogado reconocido que en la actualidad se dedica a orientar y educar a las personas indocumentadas.
 

Tuesday, October 7, 2014

Danza del Viento (de Trujillo a Cajamarca)


Este tema lo compuse a la carrera en Boston, Massachusetts, en el verano de 1987 porque teníamos 48 horas de estudio de grabaciones disponibles en un estudio de Harvard y no teníamos ningún tema preparado. De Fortaleza, solo Ramiro de la Zerda y yo estábamos disponibles. Escogimos un par de temas de Ramiro, ‘Phuru Runas’ y ‘El amor del Chasqui’ y este mío ‘Danza del viento’ que en su momento lo llamé ‘Romance del viento y la caña’ porque Ramiro me había contado esta leyenda en la cual me inspiré: Que cuando el viento rompía las cañas que crecen a orillas del lago Titicaca, este soplaba sobre los carrizos rotos produciendo tonos distintos que daban armonías variadas y melodías etéreas como lamentos; resulta que esta era una princesa inca que el dios Inti había convertido en cañaveral para que nadie la desposara porque él se había enamorado de ella y no podía tocarla porque la quemaría…pero el viento se enamoró de ella convirtiéndola en su instrumento.

Al final Ramiro y yo grabamos instrumento por instrumento sus dos temas pero no tuvimos tiempo de grabar ‘Danza del viento’ porque estaba un poco complicado el arreglo, así que el resto del tiempo nos dedicamos a mezclar y masterizar sus temas que, al final, no pudimos incluir en ningún disco porque el grupo se reformaría al finalizar el año.

 Años después, en 2007, grabé en Miami el tema en una grabadora digital Boss de 16 pistas. La introducción, que originalmente era acústica, la hice con teclado, entrelazando diferentes melodías con sonido de sintetizador y efectos de percusión. La segunda parte fue más complicada. Primero grabé un ritmo y arpegios básicos con guitarra española siguiendo un metrónomo de la grabadora. En la siguientes dos pistas grabé ritmo de batería en vivo y sin programar con el teclado. En la siguiente pista el bajo con teclado y ya estaba la base lista. En el resto de pistas disponibles grabé todas las melodías con zampoñas andinas [Toyo (bajo), Zanka (barítono), Malta (tenor) e Ika (soprano)], quena (flauta andina) recorder (flauta dulce), charango (mandolina andina), guitarra eléctrica, violines de teclado, auto harp y efectos de voces. La mezcla y máster los hice en la computadora con el software Cakewalk.

La historia musical es la siguiente: La 1a parte de teclado representa el viento extremeño. La 2a parte de teclados representa la marcha de Pizarro, de Tumbes a Cajamarca. La 3a parte representa el diálogo de Atahualpa y Pizarro. Francisco Pizarro -oriundo de Trujillo, Extremadura- conquistó el extenso imperio incaico centralizado en el Perú con un puñado de soldados españoles y guerreros nahuas nicaragüenses. Por motivos coyunturales que experimentaba el Tahuantinsuyo, la conquista fue extremadamente fácil. Esta composición representa el diálogo entre dos culturas enfrentadas, la quena y la zampoña contra la guitarra y la flauta dulce, flanqueado por el hijo de ambos, el charango, y desarrollado dentro de los parámetros del rock progresivo étnico. Los toyos describen el repudio de la biblia por parte de Atahualpa y la guitarra eléctrica la masacre. Al final un murmullo de monjes que hice doblando mi voz 6 veces representa la mezcla de razas, culturas y lenguas en un nuevo orden religioso.


UHB 06-oct-2014

América, Anáhuac y Tahuantinsuyu


Existen varias hipótesis sobre el nombre del continente “americano” cuya controversia aún persiste.


1- La más aceptada, por ser la mejor documentada, es la de Martin Waldseemüller de la corte del duque de Lorena que propuso en 1507 el nombre de "América" en homenaje a Amerigo Vespucci, un navegante y cartógrafo genovés al servicio de la corona española que exploró y cartografió las costas de Sud América, afirmando que se trataba de un continente desconocido y no de Asia como creía Colón. Existe una amplia bibliografía sobre el tema y documentos originales de la época, además de las cartas de Vespucio anteriores a la «Universalis Cosmographia» que corroboran esta teoría. En dicho mapamundi, o sea «Universalis Cosmographia», publicado en 1507, unos 15 años después del “descubrimiento”, aparece Sudamérica con el nombre de AMERICA, las anti islas (Antillas) como Indias Orientales y Norteamérica con el nombre de Terra Incógnita, Centroamérica aún no había sido cartografiada y no aparece en el mapa como istmo.


2- Otra hipótesis, pero  no documentada, corresponde a la del navegante genovés Giovanni Caboto quien descubrió Terranova en 1497 y cuyo viaje fue financiado por el comerciante galés Richard Ameryk. Pudiera ser que Caboto nombrara esas tierras Amerika en su honor. De ser así América sería solamente Terranova  y parte del noreste  de lo que hoy es Estados Unidos. Pero no hay pruebas ni mapas que apoyen la hipótesis.


3- La otra hipótesis es la propuesta por el inglés Thomas Belt en 1874 pero que también carece de documentación. Belt afirma que el nombre del continente viene de Amerrisque, la sierra chontaleña que corre de noroeste a sureste en el lado norte del lago Cocibolca en Nicaragua. Según él, Caboto dibujó el mapa de Nicaragua en 1497 con el nombre de América, antes que Colón pisara suelo nicaragüense. También afirma que Colón y Vespucio exploraron el interior del territorio chontaleño. No se sabe de dónde Belt sacó esa información si a ciencia cierta se sabe que Caboto llegó a Canadá pero nunca a Nicaragua.


 Hay varias razones por las cuales la hipótesis de Amerrisque (o Amerrique, como se la llama actualmente a la preciosa y pintoresca serranía de Chontales, no sé con qué fundamento y criterio) es asincrónica y carece de consistencia y base histórica. Son las siguientes:

 1- La primera vez que el nombre América aparece en un mapa fue en 1507. Cristóbal Colombo atracó en Cabo Gracias a Dios en 1502 y posiblemente varias veces a lo largo de la costa caribe hasta llegar a Costa Rica pero en ningún momento se adentró en la inhóspita selva micro-amazónica de Nicaragua, tampoco pudo divisar desde allí la sierra de Amerrisque porque Nicaragua no tiene montañas descomunales como Las Rocosas o Los Andes para ser divisadas desde la costa; peor aún, a pesar de que el macizo montañoso nicaragüense es relativamente ancho, es el más bajo de Centroamérica. Por lo tanto no pudo tener conocimiento de Amerrisque.

2- Amerigo (con acento prosódico en la ‘e’) Vespucci (Vespuchi) o Vespucio como se apellidaba su abuelo, nunca estuvo en territorio nicaragüense. Caboto tampoco.

 3- La primera vez que un europeo se adentró al sur del lago Cocibolca sin llegar hasta Amerrisque fue Gil González de Ávila en 1522, 15 años después del bautizo de América.

 4- Francisco Hernández de Córdoba fundó las ciudades de León y Granada al sur y suroeste de los lagos en 1524 pero tampoco tuvo contacto con la región de Amerrique. Es probable que las primeras expediciones españolas a Chontales salieran de Granada a partir de 1524, es decir, unos 17 o 18 años después de haber sido bautizado el continente americano. Hasta entonces pudieron haber tenido conocimiento de Amerrique y sus filones de oro. Los exploradores españolizaron el nombre agregando la “RR”. ¿Originalmente se llamaría Amelisque, Amelique, Amelika o Ameliska? Nadie lo sabe.

 5- No existe la letra ‘R’ y mucho menos la ‘RR’ en el náhuatl, tampoco en el maya. Los españoles ante la imposibilidad de pronunciar correctamente las palabras de los dialectos derivados de las lenguas maya y náhuatl de Méjico y Guatemala, españolizaban estas sustituyendo, por ejemplo, la ‘L’ por la ‘R’. De esta manera, Nicarao, Diriangén, Chorotega, etc., son nombres indígenas mal pronunciados. La misma Nicaragua, es muy probable que venga de Nic-Anáhuac que viene de Nic = aquí o hasta aquí y Anáhuac = a[tl] agua y nahuac  entre o en medio. O sea: ‘Aquí entre dos aguas’ y por deducción: Nuevo Méjico pues a Mexico (Meshico) lo llamaban Anáhuac.

 No hay mucho material investigativo disponible sobre las migraciones a Nicaragua pero lo poco que sabemos es que los Cholutecas (mal llamados chorotegas) emigraron en masa, de Cholula -Méjico- hasta los lagos de Nicaragua desplazando a los chontales hacia las montañas del norte. Pero ojo, estas tribus chontales, por cierto muy aguerridas, no se autonombraban chontales, pertenecían a una rama de los mayas pero los nahua de Cholula los llamaron chontales (salvajes) porque los consideraban incultos, aunque la arqueología ha demostrado lo contrario.

 A Nicaragua también emigraron tribus del sur, chibchas de Colombia, que se establecieron en la selva atlántica. Desconozco si usaban la “R” como los guaraníes de Paraguay o los quechuas y aymaras del altiplano. Hay mucho que investigar pero de una cosa estamos seguros, la exploración de Amerrisque es posterior al bautizo del continente.

 Por mi parte, yo preferiría llamar ANÁHUAC a Mesoamérica (Méjico, Centroamérica y el Caribe)  y TAHUANTINSUYU  a Sudamérica. Norteamérica que se quede con el nombre de AMÉRICA.
UHB 04-oct-2014


Párrafo de la «Cosmographiae Introductio» que propone el nombre de América en 1507, antes que se tuviera noticia de la sierra de Amerrique

Americo Vespucio no se llamaba Alberico Bespucci, se llamaba Amerigo Vespucio como lo demuestra la lápida de la tumba de su abuelo. En latín pasó a ser Americo y su femenino para el continente America: