Friday, February 3, 2017

Turismo urbano en Nicaragua



Nicaragua se ha convertido en un Estado religioso. Desde el gobierno "Revolucionario Cristiano", pasando por la asamblea con una Biblia de consulta en cada banca, hasta el pueblo -en su mayoría- que te da las “bendiciones” las veces que sean necesarias al día. 

Otra es la proliferación de cultos variantes del cristianismo que ganan cientos de adeptos cada día, encandilados con la venta de terrenos en el cielo, todos intolerantes y excluyentes, que incluso reniegan de sus propios familiares si éstos pertenecen a la tradicional iglesia católica o a ninguna iglesia en particular. 

Las fotografías que muestro son, apenas, una ínfima muestra de las cantidades de establecimientos comerciales que observé en este último viaje a la patria. Los nombres denotan compromiso con la recompensa divina ofrecida por la denominación a la cual representan, es un compromiso comercial o alianza comercial para entregarse a Cristo con diezmos y donaciones -a través del pastor delincuente- a cambio de la bendición del negocio. 

Nicaragua ha sido siempre un pueblo profundamente religioso que cambió sus antiguos dioses sanguinarios por el Dios racista de los hebreos y el Cristo sanguinario de los romanos por medio del adoctrinamiento de la iglesia católica de los conquistadores españoles resguardada por la espada, la hoguera y los empalamientos. 

Nicaragua es cristiana desde hace quinientos años por accidente y por imposición militar y teológica, con todos sus dogmas tradicionales machistas del concilio de Nicea y -en la actualidad- bombardeada con las nuevas modalidades de cristianismo del siglo XXI, mangante y timador, desarrolladas principalmente en los Estados Unidos con sus efectivos estudios y prospecciones de marketing. 

Es realmente vergonzoso que el noventa y nueve por ciento de la infraestructura turística nicaragüense corresponde a templos religiosos. Nuestros monumentos de siglos pasados no son ni pirámides de Keops o de Chichén-Itzá, ni palacios de Versailles, ni grandes bibliotecas de Alejandría, ni grandes museos de Louvre, ni un teatro de La Scala, ni un acueducto romano, ni una muralla china...todo lo que tenemos son iglesias y más iglesias. 

León, mi ciudad de origen, es la ciudad de las 1000 iglesias (para exagerar la nota), en cada esquina hay una iglesia del siglo XVII, del siglo XVIII, del siglo XIX...Claro, tienen su valor arquitectónico e histórico pero nada más, representan nuestra religión impuesta, no nuestra cultura hispanoamericana, es decir, no hemos adquirido lo mejor de la cultura de España y lo mejor de la cultura de América más los ingredientes africanos y asiáticos. 

En León tenemos el pequeño Teatro José de la Cruz Mena, en Juigalpa el pequeño Museo Gregorio Aguilar Barea, en Managua el modesto Teatro Rubén Darío... ¿Qué más? Solo Iglesias. Lo que nos salva en Nicaragua es su naturaleza, su flora, su fauna, su geografía y geología tan variopintas y -desde luego- su gente hospitalaria y alegre pero que arrastra la pesada cruz que le impide su desarrollo cultural, social, político y científico-tecnológico. Es una triste realidad.










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