La paz
siempre ha sido un estado inestable entre dos guerras, pudiera decirse que es
una guerra dormida, con sobresaltos e insomnio.
The
Gates of Delirium (Yes, UK 1974) es una composición épica de rock sinfónico de veintiún
minutos y cincuenta y dos segundos que narra un alzamiento y sangrienta batalla
en un planeta lejano de la galaxia. Tanto letra como música nos mueve en los diferentes estadios del ciclo bélico que, al final,
resulta ser el estado natural del ser humano "de este planeta de aquí."
Los
primeros ocho minutos nos transmite la sensación de inseguridad de una falsa
paz, la incertidumbre del diario vivir bajo la constante amenaza de una espada
de Dámocles.
A los
ocho minutos estalla la guerra fratricida, el choque entre ambos ejércitos hace rechinar los metales a altos decibelios. Nunca la música había sonado con tanta violencia, alcanzando altas cotas de
paroxismo jamás logradas por ningún grupo metalero. El horror se desborda con sumo realismo a través
de los audífonos o bien desde un estéreo de alta fidelidad y a buen volumen.
A los
diez minutos con veinte segundos, los niveles de exaltación alcanzan -en crescendo- las puertas del delirio bajo el impulso frenético de todos los instrumentos (batería, guitarra, teclados y percusión metálica) conducidos por el ostinato del bajo de Squire, en el cual todo se mueve en cámara lenta, como si el tiempo se
eternizara. Las luchas cuerpo a cuerpo avientan el polvo, el sudor y la sangre por los aires,
chocan escudos contra escudos, yelmos contra yelmos, espadas contra espadas. Cual lobos, los caídos aúllan con pánico infernal. Los guerreros siguen luchando sin tregua, evacúan sus intestinos y sus vejigas de pie, no hay tiempo para tomar alimentos
ni líquidos, la batalla continúa toda la noche, uno de cada dos muerde el
polvo, los dioses rugen azuzando a sus fichas de ajedrez.
A los
doce minutos con cuarenta y dos segundos sobreviene el ataque aéreo, los
poblados son bombardeados inmisericordemente, los niños lloran y tiemblan, las
mujeres corren a abrazarlos mientras las metrallas cortan sus pasos. Los
aviones escupieron el odio acumulado en la paz y el fuego es ahora dueño de la
noche.
A los
catorce minutos y cincuenta y un minutos la desolación es total, el humo empaña
a la aurora, hay una sensación de paz, la paz verdadera es la muerte. El sol
empieza a brillar en el campo santo mientras un rayo de esperanza incide en las
pupilas de los sobrevivientes. La paz que precede a otra guerra empieza a
germinar con el deseo de vivir. El ciclo de la humanidad continúa su inexorable
rotación bélica en este planeta de esta galaxia.
Este
comentario no tiene nada que ver con la letra original de la obra, es solo una
interpretación mía basada en la audición de este magnífico tema del LP Relayer del grupo británico
YES, editado en 1974.