Es curioso que todos los países del mundo tengan
ciudades rivales entre sí, mayormente por motivos históricos tan diversos como
políticos, deportivos, religiosos, folclóricos y hasta musicales como es el
caso de algunas ciudades del altiplano andino que se disputan autorías de
canciones y cunas de ritmos.
En España,
son famosas las rivalidades entre Pontevedra y Vigo o entre Cádiz y Jerez de la
Frontera. Pero, sin duda alguna, el antagonismo más famoso de todos es el que
hay entre Madrid y Barcelona; y no sólo por el fútbol como casi todos pensamos.
Yo, particularmente, viví en Madrid durante seis años y visité la Ciudad Condal
en dos ocasiones. Ambas ciudades me recordaban la pintoresca e inofensiva
rivalidad entre León y Granada en Nicaragua. Madrid es como León, pensaba yo, y
Barcelona es como Granada. Las unas son populares y amigables, las otras son
aristocráticas y cerradas. Unas viven hacia fuera y ven con naturalidad y
despreocupación el ser madrileña o leonesa, las otras viven hacia dentro y muestran
su fachada con vanidad catalana o granadina.
Son tantas
las analogías entre estos dos pares de ciudades, unas rodeadas de cerros y a
orillas de aguas interiores las otras, que cada vez que juega el Barcelona
contra el Real Madrid me acuerdo de León y Granada.
El caso de
Nicaragua no es único ni diferente y, lo mismo que en España, hay rivalidades
entre muchas ciudades pero la más apasionada y famosa es la que hay entre León
y Granada, o entre Granada y León para que no se enojen.
Algunos mitos
y estereotipos sobre estas dos ciudades emblemáticas de la cultura colonialista
y postcolonial del país nica son tan “tradicionales” que uno se los llega a
creer. Por ejemplo se dice que los granadinos hacen ruido con los cubiertos
para que el vecino crea que están comiendo “de manteles largos” o que conducen
sus autos con las ventanas cerradas para que crean que tienen aire
acondicionado. Por supuesto que nada de esto tiene que ver con la realidad pero
refleja cierta animosidad en contra del granadino como se tiene en contra del
argentino.
De los
leoneses se dice que son pistoleros y bochincheros. Lo segundo puede ser.
¿Quién no es bochinchero en Nicaragua? Lo de pistolero tiene su origen en las
vendettas de antaño entre los Poveda y los (no recuerdo quiénes) que armaban
sus balaceras en la estación ferroviaria de León.
¡Ah! Pero la
frase estrella es ‘Hacer la leonesa’ que consiste en pedir en un restaurante y
salir corriendo a la calle después de haber comido. Este es un mito muy
interesante que, como todo mito, tiene algo de verdad. La hipótesis mía es la
siguiente: Antiguamente León contaba con la única Universidad en el país y
recibía estudiantes de toda la nación. Por lo general el estudiante de a pie
vivía ‘palmado’ y ¿Qué mejor que inventarse la leonesa para poder subsistir al
final del mes?
A mediado de
los setentas, cuando estudiábamos geológicas en la Complutense, varios amigos
de diferentes nacionalidades (españoles, argentinos, peruanos, un griego, un
libanés y yo) hacíamos trampa en los comedores universitarios para poder “comer
de gratis”, Nos hacíamos amigos de las cocineras, repetíamos platos ajenos, los
postres debajo de la mesa, le echábamos agua al vino y tomábamos mucho agua.
Alguna vez nos metíamos algún ‘bocata’ de calamares en algún bar abarrotado de
La Moncloa y nos deslizábamos hacia la calle sin que nadie se percatara. Una
vez nos enteramos que en el palacio de Correos daban la comida gratis a los
empleados y nos colamos por varios días hasta que se dieron cuenta que no
teníamos cara de carteros y nos echaron. Estas anécdotas las traigo a colación
porque pienso que ‘La Leonesa’ es universal.
En fin, pedir
que no haya rivalidad entre ciudades es “Pedir peras al olmo” pero tenemos que
entender que es parte del folclore y de la idiosincrasia de cada país, que
tenemos que respetarnos y recordar que tenemos familiares y amigos, tanto en
Esparta como en Atenas.
Los Chavarrias
ReplyDeleteLos Povedas contra los Chavarrias
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